domingo, 19 de agosto de 2012

Los hijos de Húrin

Húrin cautivo, Alan Lee

Los hijos de Húrin, quizá una de las historias más trágicas que se mencionan en el Señor de los Anillos.
La historia se remonta al año 458 de la Primera Edad del Sol. Baste decir que los hechos narrados en el Señor de los Anillos discurren en la Tercera Edad, siendo la duración de las Edades un dato desconocido aunque, seguro, de proporciones geológicas. Así pues, los ecos de ésta historia son recordados por algunos de los personajes del Señor de los Anillos, como ocurre con la de Beren y Luthien, como formando parte de la historia legendaria de Arda; las raíces que explican esa pequeña isla temporal que discurre entre la Comarca y el Monte del Destino.
"El cuento de Turumbar",  título original, pertenece a un conjunto de narraciones recogidas en el "Libro de los cuentos perdidos".


Húrin, hombre de la casa de Hador que se atrevió a desafiar el poder de Melkor (Morgoth para los elfos), en un tiempo en que Sauron aparecía como un simple lugarteniente en la saga del mal.

La historia de Húrin y su descendencia es triste, muy triste. Capturado por Melkor, fue condenado por este a permanecer atado de pies y manos en un trono de piedra, en lo más alto de las montañas de Hierro; por su osadía fue condenado a no morir y a permanecer ciego, sin embargo, viendo, día y noche y a través de la mente de Morgoth, cómo su familia era condenada a sufrir penalidades sin cuento ni medida; cómo su hijo, Túrin Turambar, apartado de su hermana Níniel en su más tierna infancia, vive una vida maldita y errante en el mundo perdido de Beleriand hasta dar con la que sería su amor y su esposa; Níniel, cómo no, su propia hermana. 

Melkor, el primero de los Valar, el más poderoso. Siguiendo la estela de las grandes genealogías del Mal, sucumbe al principio de autodeterminación: formando parte del propio pensamiento de Eru, el Único, desobedece sus designios y empieza a envidiar las obras creadas por sus hermanos, los poderosos Valar. Es la historia de una venganza eterna que se infiltra en toda la creación proyectada sobre la Tierra Media. Así pues, la malicia de Morgoth no conoce límites y en ésta historia la vemos encarnada en la descendencia de Húrin.

"La sombra de mis designios se extiende sobre Arda, y todo lo que hay en ella cede lenta e inexorablemente ante mi voluntad. Y a todos a cuantos amas, mi pensamiento los cubrirá como una nube fatídica, y los envolverá la oscuridad y desesperanza. Dondequiera que vayan, el mal saldrá a su encuentro. Cada vez que hablen, sus palabras provocarán malentendidos y todo lo que hagan se volverá contra ellos. Morirán sin esperanza, maldiciendo a la vez la vida y la muerte".

Será él quien diseñará el encuentro entre los hermanos; él quien proyectará una fugaz y feliz vida en común, con descendencia. Y él quien urdirá el malentendido fatal que propiciará el suicidio de ambos.

Y toda la tragedia vivida por Húrin, el padre de ambos, en la distancia y atado, maldiciendo su vida y sin poder morir. Es la historia de la maldad en estado puro.

En la imagen de cabecera, Húrin desespera al sentir en carne propia el sufrimiento de su propia estirpe; de sus propios hijos.


Túrin encuentra a Níniel, Ted Nasmith

La historia es dura y en ella Tolkien se recrea en la misma naturaleza del mal. Frente a él, las criaturas mortales se muestran pequeñas, casi insignificantes. Sin esperanza.
Dicho esto, la narración es bellísima y nos aproxima, quizá, al drama que vivió el autor en las trincheras de la Primera Guerra Mundial. 


Y termino con una cita del libro. Sador el carpintero, consejero y amigo del joven Túrin, le responde acerca de la esclavitud, antes de que este emprenda la partida en busca de su hermana:


- ¿Qué es un esclavo? -Pregunto Túrin.
- Un hombre que fue un hombre, pero es tratado como una bestia -respondió Sador-. Que es alimentado sólo para mantenerlo con vida, que es mantenido con vida sólo para trabajar, que trabaja sólo por miedo al dolor o a la muerte. (Los hijos de Húrin, J.R.R. Tolkien)

4 comentarios:

Mar dijo...

Vivir así, es peor que la propia muerte. Y personalmente, para ver ese sufrimiento es un hijo, aceptaría su muerte como una liberación.

Bss.

Jorge dijo...

Es la definición misma del mal, Mar: desear la desesperación del otro y regocijarse con ella. En este caso, arquetipo que desarrolla magistralmente Tolkien en el cuento de los Hijos de Húrin.

Como digo, es una de las historias más tristes y trágicas de toda su obra, con substancia suficiente para sustentar un film.
Y no te miento si te digo que es una lectura dura, lo cual nos demuestra que el imaginarium creado por el autor tiene una riqueza de matices, asombrosa.

Un beso

mientrasleo dijo...

Coincido contigo en la belleza de la narración que contrasta de una forma casi cruel con el contenido de las palabras.
Una reseña muy personal :)
Besos

Valaf dijo...

Cierto, es de esas lecturas que te cautivan por la forma y te sumergen en la perplejidad por el fondo.

Gracias!

Un beso