sábado, 24 de diciembre de 2011

"Cartas de Papá Noel", de J.R.R Tolkien



Durante los años 1920 a 1943, Tolkien hizo un singular regalo a sus cuatro hijos: la respuesta de Papá Noel a sus cartas, cartas de niño contestadas por un padre cuya imaginación no conocía límites. Y como demuestran estas misivas, tampoco el amor que profesaba a su familia.
Tolkien no sólo redactaba las cartas sino que cuidaba los detalles hasta extremos increíbles: dibujos ilustrados por él mismo e incluso la redacción de las mismas con la letra propia de un personaje real y de edad avanzada.

Edith Tolkien
Aventuras de Papá Noel en el Polo y personajes inventados cuyo protagonista principal es el Oso polar. O su secretario, un elfo con letra cuidada y pequeña, o el muñeco de nieve que ejerce de jardinero…o el hombre que vive en la Luna, por citar algunos ejemplos. Por supuesto los trasgos, personajes malvados que se encargan de hacer las fechorías propias que ya se les supone y que en ese ámbito pasan por robar juguetes o poner de patas arriba la casa del venerable barbudo.
También encontramos referencias a los acontecimientos que se vivían en algunos de esos años, como la Guerra y el desasosiego de Papá Noel al no recibir cartas. Incluso en esas atroces circunstancias, desea nuestro autor, paz, ilusión y amor.
Una joya, sin duda. Tenemos en las manos un libro infantil aunque no un libro cualquiera. Como ya hiciera con "El Hobbit", Tolkien nunca concibió, al menos inicialmente, la idea de publicar esas pequeñas historias, al contrario, fueron escritas a modo de cuentos que narrar a sus propios hijos e instrumentos para despertar en ellos la magia de los mundos creados.

Así es, alimentar la natural disposición del niño hacia lo imaginado es una de las mejores maneras para que alcance una madurez creativa, fértil, llena de sueños y una predisposición muy íntima al amor. En suma, una madurez feliz, muy alejada del sarcasmo y demás síntomas de decadencia anímica.