viernes, 21 de diciembre de 2018

Nativitas Domini nostri Iesu Christi

Isaías 7:14 “Por tanto, el Señor mismo os dará señal: He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel.” Isaías 9:5 “Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz.” Miqueas 5:1 “Pero tú, Belén Efratá, aunque eres la menor entre las familias de Judá, de ti me ha de salir el que será Señor en Israel; y cuyos orígenes son desde el principio, desde los días de la eternidad.”

*


Del Santo Evangelio 
según San Lucas 2,1-20:

Sucedió que por aquellos días salió un edicto de César Augusto ordenando que se empadronase todo el mundo. Este fue el primer censo que se hizo siendo Cirino gobernador de Siria. Y todos iban a inscribirse, cada uno a su ciudad.

También José, que era de la casa y familia de David, subió desde la ciudad de Nazaret en Galilea a la ciudad de David, que se llama Belén, para empadronarse con María, su esposa, que estaba encinta. Y sucedió que mientras ellos estaban allí le llegó el tiempo del parto y dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no tenían sitio en la posada.

Había en la misma comarca unos pastores que dormían al raso velando por turno su rebaño. Se les presentó el Ángel del Señor, y la gloria del Señor los envolvió en su luz; y se llenaron de gran temor. Y el ángel les dijo:

No temáis, os traigo la buena noticia, la gran alegría para todo el pueblo: hoy, en la ciudad de David, os ha nacido un Salvador: el Mesías, el Señor. Y aquí tenéis la señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre.

Y de pronto se juntó con el ángel una multitud de las huestes celestiales, que alababa a Dios, diciendo:


¡Gloria a Dios en las alturas!
y en la tierra paz
a los hombres en quienes Él se complace


Y sucedió que cuando los ángeles, dejándoles, se fueron al cielo, los pastores se decían unos a otros: “Vayamos, pues, hasta Belén y veamos lo que ha sucedido y el Señor nos ha manifestado.” Y fueron a toda prisa, y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Al verlo, dieron a conocer lo que les habían dicho acerca de aquel niño; y todos los que lo oyeron se maravillaban de lo que los pastores les decían. María, por su parte, guardaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón. Los pastores se volvieron glorificando y alabando a Dios por todo lo que habían oído y visto, conforme a lo que se les había dicho.




Thomas Kinkade

¡Oh navegantes!,
mi amada esposa y yo les deseamos:

Mari y Jordi

domingo, 2 de diciembre de 2018

Adeste Fideles -Tiempo de Adviento.



El Adviento es Ella, es la Virgen bella,
serena, ante el cuenco de pajas que ya se quiebran.
Ya se escucha el 'Gloria' en las lejanías.
El Adviento es Ella: ¡¡Santa María!!

(Autor: Jesús del Castillo)





Adeste fideles laeti triumphantes
Venite, venite in Bethlehem
Natum videte, Regem angelorum
Venite adoremus, venite adoremus
Venite adoremus Dominum.

Cantet nunc io Chorus angelorum,
Cantet nunc aula caelestium
Gloria, gloria in excelsis Deo
Venite adoremus, venite adoremus
Venite adoremus Dominum.

Aeterni Parentis splendorem aeternum,
Velatum sub carne videbimus:
Deum Infantem, pannis involutum
Venite adoremus, venite adoremus
Venite adoremus Dominum.

Ergo qui natus die hodierna
Jesu, tibi sit gloria
Patris aeterni Verbum caro factum
Venite adoremus, venite adoremus
Venite adoremus Dominum.

Deum de Deo, Lumen de Lumine,
Gestant puellae viscera,
Deum verum, Genitum non factum.
Venite adoremus, venite adoremus
Venite adoremus Dominum.

En grege relicto, humiles ad cunas,
Vocati pastores adproperant:
Et nos ovanti gradu festinemus.
Venite adoremus, venite adoremus
Venite adoremus Dominum.

Stella duce magi, Christum adorantes,
Aurum, tus, et myrrham dant munera.
Iesu infanti Corda praebeamus;
Venite adoremus, venite adoremus
Venite adoremus Dominum.

Pro nobis egenum, et foeno cubantem,
Piis foveamus amplexibus:
Sic nos amantem quis non redamaret?
Venite adoremus, venite adoremus
Venite adoremus Dominum.


Jordi y Mari

domingo, 11 de noviembre de 2018

De los orígenes del arte de fumar en pipa, por el venerable y legandario Meriadoc Brandigamo

Tolkien in Oxford 1968, © BBC Archive
Hay otra cosa entre los antiguos hobbits que merece mencionarse; un hábito sorprendente: absorbían o inhalaban, a través de pipas de arcilla o madera, el humo de la combustión de una hierba llamada hoja o hierba para pipa, quizás una variedad de la Nicotiana. Hay mucho misterio en el origen de esa costumbre peculiar, o en ese "arte", como los hobbits preferían llamarlo. Todo lo que se descubrió en la antiguedad sobre el tema fue recopilado por Meriadoc Brandigamo (más tarde señor de Los Gamos) y puesto que él y el tabaco de la Cuaderna del Sur son parte de la historia que sigue, sus comentarios en la introducción al Herbario de la Comarca merecen ser citados aquí.

"Este arte, dice, es el único que podemos reclamar como de invención nuestra. En qué época empezaron a fumar los hobbits es un enigma; todas las leyendas e historias familiares lo dan por sabido; durante años la gente de la Comarca fumó diversas hierbas, algunas malolientes, otras aromáticas. Pero todos los documentos concuerdan en un punto: Tobold Corneta de Valle Largo en la Cuaderna del Sur fue el primero que cultivó un verdadero tabaco de pipa en los días de Isengrim II, alrededor del año 1070 de la cronología de la Comarca. Los mejores cultivos todavía provienen de ese distrito, especialmente las variedades que ahora se conocen como Hoja Valle Largo, Viejo Toby y Estrella Sureña.

Escena de El Señor de los Anillos: La Comunidad del Anillo, 2001 (Primera parte de la trilogía) 
"(...) Al mismo tiempo, mis propias observaciones en los viajes que hice al sur me convencieron de que la hierba no es originaria de nuestra región, sino que vino del Anduin inferior hacia el norte, traída, creo yo, del otro lado del Mar por los hombres de Oesternesse. Crece en abundancia en Gondor, y allí es más grande y exuberante que en el norte, donde nunca se la encuentra en estado salvaje; florece sólo en lugares cálidos y abrigados, como Valle Largo. Los hombres de Gondor la llaman galenas dulce, y la aprecian por la fragancia de las flores. Desde esas tierras la habrían llevado al norte remontando el Camino Verde durante los largos siglos que median entre la llegada de Elendil y nuestros días. Pero hasta los Dúnedain de Gondor nos otorgan este crédito: los hobbits fueron los primeros que la fumaron en pipa. Ni siquiera los Magos lo intentaron antes que nosotros. Aunque un mago que conocí adquirió este arte mucho tiempo atrás, mostrándose tan hábil como en todas las cosas a las que llegó a dedicarse." (De la hierba para pipa, El Señor de los Anillos, prólogo capítulo 2)



domingo, 28 de octubre de 2018

“Sínodo de la juventud" o la "Gravedad de los errores modernistas"

Ayer mismo se conoció el documento final de la XV Sesión General del Sínodo de Obispos, más conocido como “sínodo de la juventud” (ver aquí). Pues bien, tal y como lo describe uno de los obispos participantes en declaraciones a la agencia AFP: “Uno tiene todo lo que necesita para el baño y la cocina en todos los estilos, así que todo el mundo puede identificarse con él”. Muy preocupante. Ninguna referencia a la Santísima Virgen María, Madre de Nuestro Señor Jesucristo, ninguna referencia a la esencia sobrenatural de nuestra Fe, ninguna a la centralidad de Jesucristo y de los Evangelios, eso sí, el sínodo terminó con una fiestuqui discotequera (ver aquí). Vamos, todo muy setentero y guay (del paraguay). Todos los esfuerzos realizados por Juan Pablo II y Benedicto XVI por atenuar el modernismo desatado en el CVII, a tomar viento. Porque tal parece que la consigna, ahora, es la “sinodalidad”, es decir, una suerte de descentralización del poder temporal de la Iglesia en favor de las distintas conferencias episcopales nacionales, las cuales podrán ejercer su pastoral como mejor estimen conveniente, o en román paladín: podrán poner en práctica su visión particular de lo que dicen los Evangelios y el Magisterio secular de la Iglesia, y si no coincide, pues peor para los Evangelios y para el Magisterio. Todo muy protestante, por supuestísimo, y en bandeja de plata “el libre examen”, al tiempo. Y no, por ahí no. A Dios gracias, la Iglesia se funda en Jesucristo; se funda en la realidad inmutable, atemporal, del mensaje del Hijo de Dios expresado a través de los Evangelios. A Dios gracias, la Fe de los católicos, la nuestra, está por encima de las veleidades de una Jerarquía y de un Papa que se han vendido a los dictados políticamente correctos de un mundo en franca decadencia. No, santo Padre, no, la Iglesia no debe iluminarse con las luces discotequeras del mundo sino que debe iluminar al mundo con el mensaje salvífico de Nuestro Señor Jesucristo. Y no, Su Santidad, no, el Gran Acusador, a quien usted cita en la presentación del texto final de este sínodo, no está de lado de quien tiene los arrestos para denunciar, desde la misma curia, los crímenes y encubrimientos contra los menores, más bien milita junto a quienes propician, con sus zigzagueos y ambigüedades, que tal estado de cosas siga borroso, y acaso impune.

Así pues, he aquí un extracto de la Carta encíclica Pascendi, escrita por San Pío X en el año del Señor de 1907. Estas letras apostólicas versan sobre las doctrinas de los modernistas y constituyen una clara y vigorosa denuncia hacia las mismas (texto íntegro, aquí). Y a mi esposa y a mi nos parece oportunísimo hacerse eco de ellas. Helas aquí:

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Imagen tomada del blog Wanderer
Gravedad de los errores modernistas

Pero es preciso reconocer que en estos últimos tiempos ha crecido, en modo extraño, el número de los enemigos de la cruz de Cristo, los cuales, con artes enteramente nuevas y llenas de perfidia, se esfuerzan por aniquilar las energías vitales de la Iglesia, y hasta por destruir totalmente, si les fuera posible, el reino de Jesucristo. Guardar silencio no es ya decoroso, si no queremos aparecer infieles al más sacrosanto de nuestros deberes, y si la bondad de que hasta aquí hemos hecho uso, con esperanza de enmienda, no ha de ser censurada ya como un olvido de nuestro ministerio. Lo que sobre todo exige de Nos que rompamos sin dilación el silencio es que hoy no es menester ya ir a buscar los fabricantes de errores entre los enemigos declarados: se ocultan, y ello es objeto de grandísimo dolor y angustia, en el seno y gremio mismo de la Iglesia, siendo enemigos tanto más perjudiciales cuanto lo son menos declarados.

Hablamos, venerables hermanos, de un gran número de católicos seglares y, lo que es aún más deplorable, hasta de sacerdotes, los cuales, so pretexto de amor a la Iglesia, faltos en absoluto de conocimientos serios en filosofía y teología, e impregnados, por lo contrario, hasta la médula de los huesos, con venenosos errores bebidos en los escritos de los adversarios del catolicismo, se presentan, con desprecio de toda modestia, como restauradores de la Iglesia, y en apretada falange asaltan con audacia todo cuanto hay de más sagrado en la obra de Jesucristo, sin respetar ni aun la propia persona del divino Redentor, que con sacrílega temeridad rebajan a la categoría de puro y simple hombre.

Tales hombres (...),  ellos traman la ruina de la Iglesia, no desde fuera, sino desde dentro: en nuestros días, el peligro está casi en las entrañas mismas de la Iglesia y en sus mismas venas; y el daño producido por tales enemigos es tanto más inevitable cuanto más a fondo conocen a la Iglesia. Añádase que han aplicado la segur no a las ramas, ni tampoco a débiles renuevos, sino a la raíz misma; esto es, a la fe y a sus fibras más profundas. Mas una vez herida esa raíz de vida inmortal, se empeñan en que circule el virus por todo el árbol, y en tales proporciones que no hay parte alguna de la fe católica donde no pongan su mano, ninguna que no se esfuercen por corromper. (...) Basta, pues, de silencio; prolongarlo sería un crimen. Tiempo es de arrancar la máscara a esos hombres y de mostrarlos a la Iglesia entera tales cuales son en realidad.

domingo, 3 de junio de 2018

Tolkien: Creador de la Tierra Media (The Bodleian Library, Universidad de Oxford)


Ilustración de Tolkien para El Hobbit.
Fotografía: The Tolkien Trust 1977

"Tolkien era un genio con un enfoque único de la literatura", dice Richard Ovenden, bibliotecario de la Bodleian Library, en la Universidad de Oxford . Y agrega: "Su mundo imaginado fue creado a través de una maravillosa combinación entre su profunda erudición, su rica imaginación y su poderoso talento creativo, todo ello aderezado, además, por sus propias experiencias vitales, su profunda Fe Católica y el inmenso amor que le profesaba a su esposa Edith. Estamos, pues, increíblemente orgullosos de poder mostrar al público el archivo de Tolkien en esta exposición". 

Ilustracion de Tolkien para El Hobbit.
Fotografía: The Tolkien Trust 1977

Por cierto, la exposición Tolkien: Creador de la Tierra Media, se encuentra en la principal biblioteca de investigación de la Universidad de Oxford y una de las más antiguas de Europa: The Bodleian Library. Y lo hace desde el 29 de mayo hasta el 28 de octubre del corriente. Y para más inri, va y se encuentra a tiro de piedra del pub The Eagle and Child
Para más información sobre esta gozada de exposición, clicar aquí.

domingo, 20 de mayo de 2018

Iglesia y nuevo orden mundial. Notas orientativas (Por Don David Glez Alonso Gracián)

A continuación, un certero análisis sobre la deriva totalitaria que se cierne sobre todo el orbe. Sobre todos, sí, pero muy especialmente sobre la catolicidad del mensaje salvífico de Jesucristo. Sobre la Verdad. El texto se encuentra en el portal InfoCatólica y su autoría corresponde, en su integridad, a David Glez Alonso Gracián.

Efectivamente, en palabras del autor: «Los valores del nuevo orden apisonan, nivelan, horizontalizan, obligando (por ley) a mirar todas las cosas a ras del suelo; dinamitan la verticalidad para fundar solares yermos, sobre los cuales edificar la ciudad terrena planetaria. Pero la Iglesia no está indefensa ante el horizontalismo mundial, salvo que acepte sus principios y se terrenalice». Cierto, solares yermos, negación de la verticalidad trascendente del Hombre, reducción del mensaje salvífico de Nuestro Señor Jesucristo a una suerte de modo de hacer (y pensar) que no ofenda ni contravenga de manera abierta la Weltanschauung globalista y el puño de hierro de su pensamiento único, marca de fábrica (o de la bestia) del Nuevo Orden Mundial. Disolución de la Verdad en una serie de reflejos relativos (o juego de Nadas y vacíos, de sombras) que nos recuerdan demasiado al marxismo cultural lanzado en los años treinta del siglo pasado por la Escuela de Frankfurt. Modernismo, en suma, contra el que advirtió, antes, el Papa Pio X en su Carta Encíclica Pascendi. Citando de nuevo a Don Alonso Gracián: «Todavía, sin embargo, hay quienes creen que 1789 se puede leer en católico. Pero si la Iglesia adopta por ósmosis los principios neotéricos,  pierde su identidad y desactiva su mediación salvífica» ¿Frente a ello? Evangelio, Magisterio, Tradición. VerdadNuestro Señor Jesucristo.

Les dejo, pues, con el texto íntegro del Sr. David Glez Alonso Gracián.


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Iglesia y nuevo orden mundial. Notas orientativas


1.- La difusión planetaria de un nuevo orden antimetafísico es un obstáculo para la Iglesia en el mismo sentido en que lo es la revolución.

Más aún, por ser el proceso de globalización un proceso revolucionario sin fecha, es un obstáculo crítico, que exige lo mejor y más sólido del pensamiento católico para poder ser salvado.
Todavía, sin embargo, hay quienes creen que 1789 se puede leer en católico. Pero si la Iglesia adopta por ósmosis los principios neotéricos,  pierde su identidad y desactiva su mediación salvífica.  El mayor reto es mantener incólume su doctrina y enderezada su praxis, siempre ordenada al fin último y a hacer posible la vida virtuosa personal y social. 

2.- En cuanto nuevo orden, va precedido de graves conflictos y enormes sufrimientos. Pienso, por ejemplo, en la II Guerra Mundial, que le sirve de preparación.

Como todo aplanamiento axiológico general, tan propio de apisonadoras totalitaristas, el proceso globalizador produce una uniformación positivista de las conciencias. (A las que se reserva, en cambio, para salvar las apariencias, un núcleo privado de subjetivismo, el suficiente para hacer posible su  pluralidad, necesariamente relativista.)

3.- Los valores del nuevo orden apisonan, nivelan, horizontalizan, obligando (por ley) a mirar todas las cosas a ras del suelo; dinamitan la verticalidad para fundar solares yermos, sobre los cuales edificar la ciudad terrena planetaria. Pero la Iglesia no está indefensa ante el horizontalismo mundial, salvo que acepte sus principios y se terrenalice.

4.- Comenta Ernst Jünger en sus Diarios Pasados los setenta V, que «desde el punto de vista histórico, al estado mundial le precede un Accio», tras el cual comienza el largo período del Imperio; esto es, una gran batalla que entierra el viejo orden, e inaugura la nueva era de la globalidad; una disolución cainita, que clausura lo antiguo y da comienzo a lo nuevo.

Tal vez, sin embargo, continúa Jünger, «Accio se quede en nada», es decir, un conflicto global no sea necesario para pasar al Estado mundial. El desencadenante podría ser, también, un proceso sin límites precisos, que correspondería al papel unificador de la técnica, y más concretamente de la democracia tecnológica. Gracias a ésta, pienso yo, se pretendería reconfigurar la mundialidad sin ruptura de fronteras. Se fundaría una superadministración positivista, una macroestatalidad moderna, cuya potente burocracia disolvería, poco a poco, las soberanías nacionales y haría posible la transmutación del derecho.
Concluye. «Esto podría significar que el tránsito a un Estado mundial ha tenido lugar ya, sin que se haya percibido»
El Estado Mundial no ha necesitado una batalla de Accio. Le ha bastado revolucionar tecnológicamente el mundo, y no como hecho consumado, sino como imperativo categórico.

5.- El Estado mundial, sin embargo, es un hecho no acaecido como hecho, sino como proceso; no como espacio formal, sino como tiempo. No como estado concreto propiamente dicho, sino como estado mundial transversal.

6.- La ética mundial, llamada por el nuevo orden a sustituir al ethos católico, se difunde por los estados y sociedades usurpando el papel que corresponde a la ley moral. Contrafigura de la Iglesia, el Estado mundial propaga sus valores de contracatolicidad:

en lugar de universalidad, globalidad; en lugar de mandamientos, normas generales (siempre entendidas en sentido convencional); en lugar de unidad católica, pluralismo axiológico y agnosticismo institucional.

7.- 1789 es una fecha imposible de leer en cristiano, salvo globalizándola; entonces cobra apariciencia de ethos general, y puede hacerse pasar por ética católica. ¡Despierta pronto, Iglesia, sobre esto!

8.- Para comprender la globalización es fundamental distinguir, como hace Rafael Gambra, entre comunidad y coexistencia. Frente a la comunidad en la verdad, se difunde, a nivel planetario, la coexistencia de opiniones.  Frente a la unidad social, el pluralismo distópico. 

9.- La globalización toma la forma, también, de una pulverización legal, democrática, de la ley eterna, sin fecha, indefinida, siempre en proceso.

10.- Puede entenderse, sobre todo, como uniformidad ambigua y anómica, trabajo de titanes,  Ánomos y Anfíbolos.

Un gobierno mundial que no es concretamente un gobierno, pero que gobierna; y una anomia planetaria traducida en leyes.

11.- La concepción natural del estado como comunidad política ha sido sustituida por una visión burocrática de la potentia absoluta luterana y nominalista, o más concretamente como la entiende Nietzsche: pura voluntad de poder en sede administrativa.

12.- La burocracia es el statu quo del estado moderno global, y el derecho administrativo su arquitectura efímera.

13.- La globalización es una imitación revolucionaria de la catolización.

14.- Detrás de la utopía del estado global se agazapan, sobre todo, errores teológicos.

15.- Es por eso que la Iglesia, si se libera del personalismo, que inevitablemente congenia con la “sana” globalización laica, puede arrojar mucha luz. Pero antes debe recuperar la virtud de la clasicidad, esto es: la de no apartarse ni un ápice de lo tradicional.

y 16.- Puede parecer que tras los muros de la ciudad global no hay salida, ni camino que tomar. Que no hay sendero a la realidad, ni opción alguna. Pero no es cierto. La Iglesia, columna y fundamento de la verdad (1 Tim 3, 15) tiene remedios poderosos contra los titanes. Ánomos y Ánfilbolos se deshacen, como sombra gaseosa, frente a la realeza del Logos.

La Iglesia sigue siendo el Cuerpo de Cristo, sigue siendo societas perfecta, sigue siendo una puerta, la única puerta, en medio de un muro. 

Sólo hay que pedir ayuda y atravesar el umbral. Entonces se penetra en la Casa del Dios vivo, donde hay recursos. No ociosos, ni vanos, ni de otra época, sino eficaces, perennes y veraces. Sólo hay que recuperar el numen católico.


David Glez Alonso Gracián

sábado, 31 de marzo de 2018

"El misterio del Sábado Santo", por el Papa Benedicto XVI

Imagen tomada del Centro español de Sindonología
He aquí un artículo que, por su belleza, profundidad e interés, paso a copiar en esta bitácora. Se trata de la reflexión que hizo el Papa Benedicto XVI el día 2 de mayo de 2010 cuando, venerando la Sábana Santa, predicó sobre “el misterio del Sábado Santo”:


Queridos amigos:

  Este es un momento muy esperado para mí. En otras varias ocasiones he estado ante la Sábana Santa, pero ahora vivo esta peregrinación y este momento con particular intensidad: quizá porque el paso de los años me hace todavía más sensible al mensaje de este extraordinario icono; quizá, y diría sobre todo, porque estoy aquí como Sucesor de Pedro y traigo en mi corazón a toda la Iglesia, más aún, a toda la humanidad. Doy gracias a Dios por el don de esta peregrinación y también por la oportunidad de compartir con vosotros una breve meditación, que me ha sugerido el subtítulo de esta solemne ostensión: «El misterio del Sábado Santo».

Se puede decir que la Sábana Santa es el icono de este misterio, icono del Sábado Santo. De hecho, es una tela sepulcral, que envolvió el cadáver de un hombre crucificado y que corresponde en todo a lo que nos dicen los Evangelios sobre Jesús, quien, crucificado hacia mediodía, expiró sobre las tres de la tarde. Al caer la noche, dado que era la Parasceve, es decir, la víspera del sábado solemne de Pascua, José de Arimatea, un rico y autorizado miembro del Sanedrín, pidió valientemente a Poncio Pilato que le permitiera sepultar a Jesús en su sepulcro nuevo, que había mandado excavar en la roca a poca distancia del Gólgota. Obtenido el permiso, compró una sábana y, después de bajar el cuerpo de Jesús de la cruz, lo envolvió con aquel lienzo y lo depuso en aquella tumba (cf. Mc 15, 42-46). Así lo refiere el Evangelio de san Marcos y con él concuerdan los demás evangelistas. Desde ese momento, Jesús permaneció en el sepulcro hasta el alba del día después del sábado, y la Sábana Santa de Turín nos ofrece la imagen de cómo era su cuerpo depositado en el sepulcro durante ese tiempo, que cronológicamente fue breve (alrededor de día y medio), pero inmenso, infinito en su valor y significado.

El Sábado Santo es el día del ocultamiento de Dios, como se lee en una antigua homilía: «¿Qué es lo que hoy sucede? Un gran silencio envuelve la tierra; un gran silencio y una gran soledad, porque el Rey duerme (…). Dios ha muerto en la carne y ha puesto en conmoción a los infiernos» (Homilía sobre el Sábado Santo: PG 43, 439). En el Credo profesamos que Jesucristo «padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos y al tercer día resucitó de entre los muertos».

Queridos hermanos y hermanas, en nuestro tiempo, especialmente después de atravesar el siglo pasado, la humanidad se ha hecho particularmente sensible al misterio del Sábado Santo. El escondimiento de Dios forma parte de la espiritualidad del hombre contemporáneo, de manera existencial, casi inconsciente, como un vacío en el corazón que ha ido haciéndose cada vez mayor. Al final del siglo XIX, Nietzsche escribió: «¡Dios ha muerto! ¡Y nosotros lo hemos matado!». Esta famosa expresión, si se analiza bien, está tomada casi al pie de la letra de la tradición cristiana; con frecuencia la repetimos en el vía crucis, quizá sin darnos plenamente cuenta de lo que decimos. Después de las dos guerras mundiales, de los lagers y de los gulags, de Hiroshima y Nagasaki, nuestra época se ha convertido cada vez más en un Sábado Santo: la oscuridad de este día interpela a todos los que se interrogan sobre la vida; y de manera especial nos interpela a los creyentes. También nosotros tenemos que afrontar esta oscuridad.

Y, sin embargo, la muerte del Hijo de Dios, de Jesús de Nazaret, tiene un aspecto opuesto, totalmente positivo, fuente de consuelo y de esperanza. Y esto me hace pensar en el hecho de que la Sábana Santa se comporta como un documento «fotográfico», dotado de un «positivo» y de un «negativo». Y, en efecto, es precisamente así: el misterio más oscuro de la fe es al mismo tiempo el signo más luminoso de una esperanza que no tiene confines. El Sábado Santo es la «tierra de nadie» entre la muerte y la resurrección, pero en esta «tierra de nadie» ha entrado Uno, el Único que la ha recorrido con los signos de su Pasión por el hombre: «Passio Christi. Passio hominis». Y la Sábana Santa nos habla exactamente de ese momento, es testigo precisamente de ese intervalo único e irrepetible en la historia de la humanidad y del universo, en el que Dios, en Jesucristo, compartió no sólo nuestro morir, sino también nuestra permanencia en la muerte. La solidaridad más radical.

En ese «tiempo más allá del tiempo», Jesucristo «descendió a los infiernos». ¿Qué significa esta expresión? Quiere decir que Dios, hecho hombre, llegó hasta el punto de entrar en la soledad máxima y absoluta del hombre, a donde no llega ningún rayo de amor, donde reina el abandono total sin ninguna palabra de consuelo: «los infiernos». Jesucristo, permaneciendo en la muerte, cruzó la puerta de esta soledad última para guiarnos también a nosotros a atravesarla con él. Todos hemos experimentado alguna vez una sensación espantosa de abandono, y lo que más miedo nos da de la muerte es precisamente esto, como de niños tenemos miedo a estar solos en la oscuridad y sólo la presencia de una persona que nos ama nos puede tranquilizar. Esto es precisamente lo que sucedió en el Sábado Santo: en el reino de la muerte resonó la voz de Dios. Sucedió lo impensable: es decir, el Amor penetró «en los infiernos»; incluso en la oscuridad máxima de la soledad humana más absoluta podemos escuchar una voz que nos llama y encontrar una mano que nos toma y nos saca afuera. El ser humano vive por el hecho de que es amado y puede amar; y si el amor ha penetrado incluso en el espacio de la muerte, entonces hasta allí ha llegado la vida. En la hora de la máxima soledad nunca estaremos solos: «Passio Christi. Passio hominis».

Este es el misterio del Sábado Santo. Precisamente desde allí, desde la oscuridad de la muerte del Hijo de Dios, ha surgido la luz de una nueva esperanza: la luz de la Resurrección. Me parece que al contemplar este sagrado lienzo con los ojos de la fe se percibe algo de esta luz. La Sábana Santa ha quedado sumergida en esa oscuridad profunda, pero es al mismo tiempo luminosa; y yo pienso que si miles y miles de personas vienen a venerarla, sin contar a quienes la contemplan a través de las imágenes, es porque en ella no ven sólo la oscuridad, sino también la luz; más que la derrota de la vida y del amor, ven la victoria, la victoria de la vida sobre la muerte, del amor sobre el odio; ciertamente ven la muerte de Jesús, pero entrevén su resurrección; en el seno de la muerte ahora palpita la vida, pues en ella habita el amor. Este es el poder de la Sábana Santa: del rostro de este «Varón de dolores», que carga sobre sí la pasión del hombre de todos los tiempos y lugares, incluso nuestras pasiones, nuestros sufrimientos, nuestras dificultades, nuestros pecados —«Passio Christi. Passio hominis»—, emana una solemne majestad, un señorío paradójico. Este rostro, estas manos y estos pies, este costado, todo este cuerpo habla, es en sí mismo una palabra que podemos escuchar en silencio ¿Cómo habla la Sábana Santa? Habla con la sangre, y la sangre es la vida. La Sábana Santa es un icono escrito con sangre; sangre de un hombre flagelado, coronado de espinas, crucificado y herido en el costado derecho. La imagen impresa en la Sábana Santa es la de un muerto, pero la sangre habla de su vida. Cada traza de sangre habla de amor y de vida. Especialmente la gran mancha cercana al costado, hecha de la sangre y del agua que brotaron copiosamente de una gran herida provocada por un golpe de lanza romana, esa sangre y esa agua hablan de vida. Es como un manantial que susurra en el silencio y nosotros podemos oírlo, podemos escucharlo en el silencio del Sábado Santo.

Queridos amigos, alabemos siempre al Señor por su amor fiel y misericordioso. Al salir de este lugar santo, llevamos en los ojos la imagen de la Sábana Santa, llevamos en el corazón esta palabra de amor, y alabamos a Dios con una vida llena de fe, de esperanza y de caridad. Gracias.