domingo, 17 de marzo de 2013

Un Hombre. Un Rey,




Así habló el Rey: 

He aquí que escucho lenguas grises 
sobre un cero que pulsa en la alegría
cuando la alegría se adueña de la vida;
escucho cantar a los cuervos
sobre la certeza del dolor en la Tierra;
los veo murmurar y maldecir,
arrancarse sus plumas negras y chillar
que todo es vanidad.
Y veo cómo arrastran el Cielo
en el polvo del camino
vistiendo de negro cualquier esperanza.
Tristeza de corazones necios
almas pálidas, traslúcidas,
almas pequeñas, receptáculos del miedo.

Detesto el gris
y compadezco a quien vive muerto
arrastrando el milagro por el fango;
el milagro de sí mismo, 
vistiendo la vida de luto y sarcasmo.

Me repugna la decadencia consentida, la desidia
vestida con el disfraz de la luz
y reniego de quien se acostumbra a sus lágrimas,
cobarde indigno de la casa de los Hombres.

Sí, me avergüenzo de quien se diluye para Ser;
de quien sucumbe a voces fracasadas
en la noche de los tiempos o ayer mismo,
cantos de sirena,
impotencia, miseria y mediocridad barnizadas de sabiduría
porque quiero Hombres, no juncos al viento,
porque rompemos y creamos.
Y que fluya el río, es su destino y su ley
pero no es nuestra ley.

Reniego de quien ironiza sobre el amor,
estandarte del reino y fuerza de los Hombres,
mueca falsa, mueca triste
sarcasmo muerto.

Y no me escondo: amo y amo con locura
vivo sin escudos, no los necesito. No los quiero 
y no me congela el presente. Estoy vivo,
construyo futuros
y juego con el tiempo, desde el tiempo
más allá del Tiempo.

Y hago temblar a las estrellas
porque soy un hombre que ama.
Y lo sabe.

1 comentario:

Mari dijo...

;)) Me da que el poema contiene un gran número de verdades, cielo. Tiene mucha fuerza y me da que debiera ser el preámbulo vital en determinadas personas excesivamente aficionadas al lamento.
Un besito, amor...;P ;P