domingo, 28 de octubre de 2012

Penyagolosa, un paseo por el alma




Hay lugares cuya magia impregnan el alma hasta pintarla con sus colores y ventilarla con sus aires; lugares cuyos rincones guardan los ecos de vivencias sagradas. Hoy, me refiero al Penyagolosa, en las montañas de Castellón.

Recuerdos de niñez, de la mano de mi padre recorriendo sus senderos. Y también la vez primera que lo visité con la que fuera mi novia y hoy es mi esposa, mi dulce Mari, hace ya 25 años...Y el suelo de la senda de la Pegunta se vestía con violetas silvestres mientras serpenteaba por su lecho el riachuelo que lleva su nombre, agua fría y limpia; agua cristalina que cantaba a su paso por las rocas. Sí, recuerdo cómo adornó sus cabellos de noche con algunas de esas flores, cómo reía mientras me llevaba de la mano descubriendo aquel lugar por primera vez. Y recuerdo cómo la besé, bajo los olmos que guardaban el nacimiento de la fuente, la fuente de la Pegunta.

Estas fotos son de ayer mismo. Pasamos el día en nuestro lugar, en nuestros rincones, dejando que sus voces de viento acunaran nuestros oídos. Nos besamos, larga y apasionadamente, bajo los olmos que nos vieran siendo casi unos niños, uno de ellos, todavía recuerda nuestras iniciales. Yo, yo vivo en su alma y mi alma es ella, ayer, entre la magia del Penyagolosa. 




2 comentarios:

Mari dijo...

Mejor te cuento ahora...

;P

Es una entrada bellísima, cielo...

Valaf dijo...

ummmmm...

jeje