Marcello Corti |
Marcello Corti |
Levanta la vista en torno, mira: todos ésos se han reunido, vienen a ti; tus hijos llegan de lejos, a tus hijas las traen en brazos.
Entonces lo verás, radiante de alegría; tu corazón se asombrará, se ensanchará, cuando vuelquen sobre ti los tesoros del mar y te traigan las riquezas de los pueblos. Te inundará una multitud de camellos, de dromedarios de Madián y de Efá. Vienen todos de Saba, trayendo incienso y oro, y proclamando las alabanzas del Señor.”
*
Del Santo Evangelio según San Mateo 2,1-12:
Los tres Reyes Magos, 1860 |
Convocó a todos los sumos sacerdotes y escribas del pueblo, y por ellos
se estuvo informando del lugar donde había de nacer el Cristo. Ellos le
dijeron: “En Belén de Judea, porque así está escrito por medio del
profeta:” “Y tú,
Belén, tierra de Judá, no eres, no, la menor entre los principales
clanes de Judá; porque de ti saldrá un caudillo que apacentará a mi
pueblo Israel.”
Entonces Herodes llamó aparte a los magos y por sus datos precisó el
tiempo de la aparición de la estrella. Después, enviándolos a Belén, les
dijo: “Id e indagad cuidadosamente sobre ese niño; y cuando le
encontréis, comunicádmelo, para ir también yo a adorarle.”
Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino, y he aquí que la
estrella que habían visto en el Oriente iba delante de ellos, hasta que
llegó y se detuvo encima del lugar donde estaba el niño. Al ver la
estrella se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa; vieron al
niño con María su madre y, postrándose, le adoraron; abrieron luego sus
cofres y le ofrecieron dones de oro, incienso y mirra. Y, avisados en
sueños que no volvieran donde Herodes, se retiraron a su país por otro
camino.
*
Vamos humildemente, humildes son los cielos,
y brilla intensamente la estrella, baja, enorme,
y descansa el pesebre tan cerca de nosotros
que habremos de viajar lejos para encontrarlo.
¡Escuchad! Se despierta como un león la risa,
resuena su rugido en la llanura
y el cielo entero grita y se estremece
porque Dios en persona ha nacido de nuevo,
y nosotros tan sólo somos niños pequeños
que bajo lluvia y nieve prosiguen su camino.
(G.K. Chesterton)