Una película hermosa ¡Una historia hermosa donde las haya! A fe que lo es, sí señor, así que desde esta bitácora recomendamos a los aficionados a la obra de J.R.R. Tolkien su visionado. Merece la pena deleitarse en su sencillez y, sobre todo, en la ausencia total de cualquier vestigio de sordidez y bajos fondos a los que nos tiene acostumbrados la industria cinematográfica desde un tiempo a esta parte. Efectivamente, leía hace unos días una crítica sobre esta película y esto es lo que decía al respecto:
"Alguien dijo que "los estudios de cine ya no hacen películas así". ¿La historia de un joven estudiante, su novia, sus amigos, su intento de ser dignos? Es verdad, son muy infrecuentes. Es probable que pasen muchos años antes de que nuestros adolescentes y jóvenes, o nosotros, adultos, podamos ir a ver una bonita historia de amor y crecimiento en estas circunstancias."
Y así es, se trata de una historia luminosa y muy edificante sobre el amor romántico entre Tolkien y la que será su esposa Edith Mary Bratt; un amor cuyo camino recorre las sendas del tiempo y cuyo destino se extiende más allá del tiempo. Además, versa también sobre amistades sinceras y firmes, sobre el esfuerzo por alcanzar metas que son nobles, justas y limpias. Y por si lo anterior fuera poco, comentar un detalle que no le pasó por alto a mi esposa: la historia transcurre con un tempo y unas formas que recuerdan a las historias de Jane Austen. Bueno, confieso que a mi se me escapó el detalle pero en cualquier caso, ¡ahí queda eso!, jajajajaja...
Por lo demás, la película trata la relación entre Tolkien y el Padre Francis Morgan (de la familia Osborne, de Puerto de Santa María) de forma francamente aceptable, y digo esto porque tras conocer quién sería el director del film (el finlandés Dome Karukoski) las sombras de la sospecha se alargaron sobre el biopic y el modo en que este trataría al buen Padre Francis. Pero nada, el Pater aparece como lo que realmente fue: un padre, un amigo y un consejero que posibilitó, tras el fallecimiento de la madre del joven Tolkien, la andadura vital en rectitud de nuestro autor así como la disposición de los medios materiales que hicieron posible las excelencias académicas a las que arribó el que se convirtiera en gran profesor de Oxford y mejor escritor. Por cierto, el film pasa de puntillas sobre la importancia capital que el catolicismo tuvo en la vida Tolkien desde su más tierna infancia. Sin embargo, Cristo Crucificado se hace presente en una escena en el terrible campo de batalla del Somme. Volviendo a la crítica a la que hacía referencia anteriormente:
"La escena de la Cruz es brevísima, pero potente. Se da en pleno asalto y bombardeo en las trincheras de la guerra. No es una cruz que pueda estar allí: es todo un Cristo crucificado en el campo en que los hombres se matan. ¿Una alucinación, como los dragones y los jinetes negros? No, es muy distinta, funciona de forma distinta. Es Cristo crucificado, unido a los hombres que sufren. Tampoco a Él lo vemos mucho en las películas últimamente."
¿Alteraciones de la biografía real de Tolkien? Bueno, algunas. Por ejemplo, se echa en falta la escena de la boda entre Edith y Tolkien, celebrada antes de la partida de este al campo de batalla, de hecho no se entiende demasiado esa omisión, pero bueno.
Respecto al elenco de actores, Nicholas Hoult y Lily Collins, a nuestro parecer, bordan el papel, y tampoco les va a la zaga el resto del reparto. La fotografía, a cargo de Lasse Frank Johannessen, es bellísima y evocativa aunque la banda sonora, creada por Thomas Newman, queda pelín gris a la hora de enmarcar la historia. En resumen, película altamente recomendable, ya no se hacen historias como esta, ni en la gran pantalla ni en la pequeña.