Sin duda, El Señor de los Anillos es uno de esos libros que han marcado una época y cuyas páginas difícilmente generan indiferencia en el espíritu de sus lectores. Efectivamente, o se desprecia y tilda de lectura infantiloide o se quita uno el sombrero ante semejante despliegue de erudición, poética y creación mitológica. Huelga decir que me hallo entre los segundos, y ante los primeros no me queda sino esbozar la sonrisa benevolente de quien comparte un tema con quienes han elaborado una opinión sobre el mismo fundamentada en la ignorancia más supina.
Bien, el caso es que recién he terminado una auténtica gozada en forma de libro y que versa sobre los puentes que se tienden entre ESDLA (obra literaria) y su adaptación a la gran pantalla. Y consta el libro de tres partes bien diferenciadas: del libro al guión, del guión a la pantalla y de la pantalla al fenómeno. Así mismo, son varios los autores que firman la obra, auténticos especialistas en cada uno de los aspectos que he mencionado: Eduardo Segura, Marta Frago, Alejandro Pardo, Joseba Bonaut, Jose Javier Sánchez-Aranda y María del Mar Grandío (siendo, además, los editores de la obra Eduardo Segura y Alejandro Pardo). Prólogo a cargo de Tom Shippey y proyecto alumbrado, en 700 páginas que incluyen notas y apéndices, por obra y gracia de Portal Editions.
Siendo breve diré que he aprendido lo que no tenía escrito sobre las dificultades que presenta el paso al cine de una obra literaria de semejantes características. Efectivamente, cuando alguien (como es mi caso) se adentra en un mundo tan rico como el creado por Tolkien y además lo hace en su adolescencia (que ya les digo que ha llovido lo suyo desde entonces), encuentra unas dificultades enormes a la hora de digerir todas las alteraciones que encuentra cuando ve las películas, siendo el caso que la comparación se hace inevitable y las concesiones al espectáculo (en detrimento de la poética pausada; de las canciones y de ese tempo que te vincula constantemente con un pasado legendario del cual todo emerge), inasumibles. Y algo muy parecido ocurre con El Hobbit. Sin embargo, cuando te explican detalladamente esas alteraciones, sus porqués y, sobre todo, cuando ves las necesidades del guión y los esfuerzos de Jackson por no sucumbir a las excesivas demandas de circo por parte de Hollywood...todo cambia y encima encaja: dos modos de acercarse a la subcreación tolkieniana, su obra escrita y la visión que de ella desarrolló Peter Jackson. Y acabando: un libro imprescindible para quienes nos hemos maravillado, y nos maravillamos, ante una obra del calado, belleza y profundidad de la magnitud de El Señor de los Anillos.
Bien, el caso es que recién he terminado una auténtica gozada en forma de libro y que versa sobre los puentes que se tienden entre ESDLA (obra literaria) y su adaptación a la gran pantalla. Y consta el libro de tres partes bien diferenciadas: del libro al guión, del guión a la pantalla y de la pantalla al fenómeno. Así mismo, son varios los autores que firman la obra, auténticos especialistas en cada uno de los aspectos que he mencionado: Eduardo Segura, Marta Frago, Alejandro Pardo, Joseba Bonaut, Jose Javier Sánchez-Aranda y María del Mar Grandío (siendo, además, los editores de la obra Eduardo Segura y Alejandro Pardo). Prólogo a cargo de Tom Shippey y proyecto alumbrado, en 700 páginas que incluyen notas y apéndices, por obra y gracia de Portal Editions.
Siendo breve diré que he aprendido lo que no tenía escrito sobre las dificultades que presenta el paso al cine de una obra literaria de semejantes características. Efectivamente, cuando alguien (como es mi caso) se adentra en un mundo tan rico como el creado por Tolkien y además lo hace en su adolescencia (que ya les digo que ha llovido lo suyo desde entonces), encuentra unas dificultades enormes a la hora de digerir todas las alteraciones que encuentra cuando ve las películas, siendo el caso que la comparación se hace inevitable y las concesiones al espectáculo (en detrimento de la poética pausada; de las canciones y de ese tempo que te vincula constantemente con un pasado legendario del cual todo emerge), inasumibles. Y algo muy parecido ocurre con El Hobbit. Sin embargo, cuando te explican detalladamente esas alteraciones, sus porqués y, sobre todo, cuando ves las necesidades del guión y los esfuerzos de Jackson por no sucumbir a las excesivas demandas de circo por parte de Hollywood...todo cambia y encima encaja: dos modos de acercarse a la subcreación tolkieniana, su obra escrita y la visión que de ella desarrolló Peter Jackson. Y acabando: un libro imprescindible para quienes nos hemos maravillado, y nos maravillamos, ante una obra del calado, belleza y profundidad de la magnitud de El Señor de los Anillos.