Una jerarquía de mundos de sutileza creciente
hogares del alma encarnada
despliegan su juego ante la conciencia que observa;
moradas sin fin para un espíritu infinito.
Mundos cuya substancia sigue su propia ley
relación exacta entre las notas de su objetividad
objetividad que se manifiesta en las criptas de la materia
explicándola y haciéndola posible.
Océanos de fuerza que sostienen la punta del iceberg
flotando en un mar de islas aparentes,
ríos de poder vertical descendente
que extienden sus dominios en planos horizontales.
Y el viajero de los mundos
saliendo de su morada eterna
se erige lanza, caballo de Troya
para mutar las leyes de la muerte con el fuego del amor.